En la pirámide alimenticia, los lácteos se configuran como uno de los alimentos de la base de la alimentación, sobre todo en los niños en edad de crecimiento. Los lácteos aportan una serie de beneficios para el fortalecimiento de los huesos, principalmente, y de los tejidos del organismo que no se encuentra en ningún otro grupo alimenticio, por lo que su consumo es vital a estas edades.
El calcio, el fósforo o la vitamina D son algunos de sus componentes principales, y tienen una función directa en la formación del esqueleto, que dura hasta una vez pasada la adolescencia. Además, se trata de un elemento que se puede introducir en la dieta de muchas formas: leches, yogures, quesos, batidos, etc. Además, existen formas de que los más pequeños la introduzcan en su dieta de una forma divertida, como por ejemplo al elaborar yogur casero o al aprender cómo hacer queso fresco en casa. Son formas divertidas y muy aconsejables de aprender a alimentarse y pasar tiempo en familia.