Tipos de quesos hay muchos y de sabores muy distintos, por lo que hay muchas personas amantes del queso dispuestas a probarlos todos, y otras personas que no se atreven con cualquiera. El queso cheddar o el gouda son de los más conocidos y que levantan una sensación de amor u odio allá por donde van.
En el vasto universo de los lácteos, los quesos se destacan por su diversidad y riqueza en sabores, texturas y aromas. Entre esta amplia gama, el queso gouda y el queso cheddar emergen como dos de las variedades más populares y apreciadas a nivel mundial. Aunque ambos comparten su origen europeo y base de leche de vaca, sus diferencias en sabor, textura y usos culinarios los convierten en protagonistas únicos en la gastronomía.
Historia y Origen
El queso cheddar, originario de la aldea de Cheddar en Inglaterra, data del siglo XII. Su fama y técnica de producción se han extendido a lo largo de los siglos, convirtiéndolo en un emblema de la tradición quesera británica. Por otro lado, el queso gouda toma su nombre de la ciudad de Gouda en los Países Bajos, aunque no necesariamente se produce allí. Este queso, con registros que datan del siglo XII, es igualmente emblemático en la cultura neerlandesa.
Proceso de Fabricación
El cheddar se caracteriza por un proceso único llamado “cheddaring”, que implica voltear y apilar la cuajada para lograr su textura y sabor distintivos. Este proceso contribuye a su perfil de sabor ligeramente agrio y textura firme. El gouda, por su parte, se elabora calentando la cuajada en suero, lo que resulta en un queso más suave y cremoso, con notas dulces y una textura elástica.
Variedades y Características
El cheddar varía desde versiones jóvenes y suaves hasta añejos con intensos sabores picantes. Algunas variedades incluyen cheddar ahumado o con hierbas. En contraste, el gouda puede ser joven o curado durante varios años, adquiriendo una textura más firme y un sabor más pronunciado. También existen versiones con comino, nueces o hierbas.
Usos Culinarios
El cheddar, con su sabor distintivo, es ideal en sándwiches, gratinados, y como ingrediente en salsas y sopas. Su capacidad para fundirse bien lo hace indispensable en platos como macarrones con queso. El gouda, siendo más suave, es perfecto para tablas de quesos, bocadillos y como complemento en ensaladas. Su sabor suave lo hace versátil en la cocina, desde platos horneados hasta fondues.
Valor Nutricional y Salud
Nutricionalmente, ambos quesos son ricos en proteínas y calcio. El cheddar, sin embargo, tiende a tener un mayor contenido de grasa, especialmente en sus versiones más cremosas. El gouda, con su proceso de elaboración, aporta una cantidad significativa de calcio, siendo una opción favorable para la salud ósea.
Impacto Cultural y Global
El cheddar y el gouda no solo son pilares de sus respectivas cocinas nacionales, sino que también han trascendido fronteras. El cheddar es un ingrediente básico en la cocina estadounidense y ha influenciado la producción de quesos en países como Australia y Canadá. El gouda, por su parte, se ha integrado en la cocina global, desde platos tradicionales europeos hasta fusiones contemporáneas en Asia y América.
Conclusión
Tanto el queso gouda como el cheddar ofrecen un mundo de sabores y texturas. Su rica historia, variedad y versatilidad culinaria los hacen indispensables en cualquier mesa. Si bien la elección entre uno y otro puede depender del paladar personal y del uso culinario, ambos quesos merecen un lugar destacado en la cultura gastronómica mundial. Las recetas para hacer queso gouda tienen como principal ingrediente la leche de vaca, siendo de sabor más fuerte y agrio a medida que avanza su curación. El queso gouda es de origen neerlandés, también elaborado a partir de leche de vaca pasteurizada y con un sabor más suave. Ambos son consumidos en todo el mundo, aunque presentan diferencias nutritivas claras, además de su elaboración. El cheddar es más graso, por lo que su valor nutritivo es algo mayor, pero el gouda algo más de calcio por su proceso de elaboración.
De todas formas, ambos son quesos muy sabrosos y muy recomendables en cualquier dieta como lácteos, por lo que la decisión está en el paladar.